¿A QUE JUEGA GAVIRIA?
No hay que ser politólogo o graduado en ciencia política para advertir que el expresidente Gaviria representa la mayor incoherencia política entre su pasado en el poder y su actual condición de director del antes glorioso partido liberal.
Es que sorprende que el Cesar del neoliberalismo del año 1991, quien introdujo al país la apertura económica con la consecuente quiebra de los pequeños y medianos industriales y quien aplico, durante su cuatrenio, la mal llamada “Modernización del Estado” donde de manera arbitraria e ilegal se despidió a servidores públicos de carrera administrativa bajo la figura mendaz de planes de retiro voluntario, hoy tenga preocupaciones tardías sobre el tema social, aspecto que durante su gobierno no tuvo preponderancia.
Sin embargo, lo mas extraño es que hoy busque una alianza estratégica con la izquierda para contrarrestar electoralmente al presidente Uribe en los próximos comicios. ¿Que le paso al expresidente? ¿ Durante todo este tiempo que estuvo en la OEA, espiritualmente se dio una transformación política cual monje budista en el Tibet?. O por el contrario solo se encuentra jugando el juego que sabe jugar que no es más que su oportunismo de estar donde debe estar, sin importar las convicciones y principios. Podríamos decir que Cesar Gaviria es el lagarto mas grande e ilustre que ha tenido la historia reciente del país, logra la presidencia de la república por una concesión del adolescente hijo del asesinado Luís Carlos Galán, posteriormente por los favores de otra ilustre lagarta Noemí Sanín el Cesar fue coronado como secretario general de la OEA, alta posición que no representó nada para Colombia, y ahora de una manera muy conveniente e inmediata resulta ser el director del partido liberal colombiano. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el señor Cesar Gaviria es uno de los pocos colombianos que nunca se ha quedado sin empleo, que siempre aterriza en el momento preciso o como se dice coloquialmente “siempre cae parado”.
Resulta casi cómico que el antes odiado por los sindicatos por sus políticas de despidos masivos, reducción de la burocracia estatal y reforma laboral hoy le haga coqueteos y coquitos a la izquierda para aferrarse desesperadamente al poder al cual se ha mal acostumbrado. Se debe recordar que los despidos ilegales a funcionarios de carrera administrativa durante el año 1991 tuvieron un fuerte costo para el erario público en tanto que muchas de las demandas presentadas por los ex empleados públicos fueron falladas contra el Estado y no se aplicó nunca acción de repetición contra los responsables de dicho absurdo jurídico en esa época. No sobra decir que el Cesar de las agudas carcajadas se lleva algo entre manos, aspira a perpetuarse en el poder aun a costillas del mismo partido liberal, sin haber representado durante su pasado su ideario